El
deporte es considerado como uno de los mayores promotores de valores éticos de
nuestra sociedad. Esto podría perfectamente ser así, pues el deporte tiene
cualidades suficientes para ello, pero no es objeto de este artículo
desarrollar sus virtudes, sino incidir en lo que no dejan de ser una serie
sorprendente de paradojas que su práctica acarrea. Violencia en los
espectáculos deportivos, situaciones de racismo, sexismo y abusos varios,
doping, intereses políticos… son solo varios de los aspectos que podemos
encontrar si profundizamos un poco bajo la superficie aparentemente llena de
valores del deporte. Cabría pensar que este contraste entre las utopías del
deporte y sus realidades queda circunscrito al ámbito del deporte profesional y
deporte espectáculo, pero se comprueba que esto no sucede.
En
la actualidad el racismo en el deporte sigue siendo un problema que no está
atajado completamente. A pesar de las numerosas respuestas a nivel
institucional que se han dado en los últimos años a nivel europeo, como pueden
ser el apoyo de la Comisión Europea a proyectos para combatir en racismo y organismos deportivos como la UEFA y la FIFA,
que en 2001 organizó un congreso en Buenos Aires dando lugar a una “declaración
contra el racismo”, sigue habiendo casos de esta práctica en los campos de
juego de todo el mundo. Duran J. Jimenez
“Futbol y racismo “ 2006.
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